¿Cómo afecta la pobreza a nuestro estilo de vida y a nuestra salud mental?

¿Cómo afecta la pobreza a nuestro estilo de vida y a nuestra salud mental?
Foto: vleyva en Pixabay

La CEPAL presentó el informe “El desafío social en tiempos del COVID-19”, en el que pronostica un aumento de la pobreza en México. En 2020 se prevé un aumento de la pobreza en México del 5.9 por ciento, mientras que el pronóstico para la pobreza extrema es que se eleve en 4.8 por ciento. Lo anterior como resultado de la caída del empleo y los ingresos. México será uno de los países con el mayor aumento en los dos rubros de la pobreza.

En México, debido a la pobreza de algunas familias, ha aumentado el número de jóvenes que se ven obligados a dejar sus estudios y ponerse a trabajar para ayudar en casa, siendo esta una situación aprovechada ya que la mano de obra infantil es más barata, por ser esta ilegal, teniendo como consecuencias del trabajo lesiones visuales y óseas, deformaciones, numerosos accidentes, o muerte temprana. Un sector grande de la población, "los Millennials", son una generación endeudada y sin vivienda en México. Al comenzar su vida laboral se enfrentaron a la crisis financiera global del 2008, ahora, viven el gran colapso de la economía mundial. En México, los millennials, la generación que nació en la década de los ochenta y los noventa, conocen bien las crisis económicas, ya que crecieron entre la caída de los precios del petróleo, el incremento de la deuda externa y la devaluación de la moneda frente al dólar.

Es una generación que vive de forma precaria, endeudada y sin la capacidad de construir un patrimonio. No pueden mejorar en términos sociales, pues no existen las condiciones. La generación millennials, o generación "Y", vive con números rojos y sin reservas para enfrentar cualquier emergencia. Según la empresa reparadora de crédito “Resuelve tu deuda”, el 63% de los jóvenes no cuentan con un fondo de ahorro, y un 68% tienen una deuda. Por lo que se prevé que lleguen al final de la pandemia sobre endeudados.

Muchos millennials comenzaron su carrera laboral en la crisis del 2008. Desde entonces no han podido revertir las carencias económicas, y los especialistas indican que esas condiciones solo se recrudecerán en el transcurso de su vida. Al respecto, el Informe Petras revela que la actual generación será la primera en tener una peor calidad de vida que sus antecesores, y eso mismo les espera a los más jóvenes. El sueño de trabajar en una empresa para comprar una casa es impensable para las actuales generaciones. La incertidumbre económica que trajo la pandemia incluso ha obligado a los jóvenes a desocupar los cuartos que rentaban y regresar a casa de sus padres. Según cifras de la comunidad virtual Dada Room, en la Ciudad de México uno de cada cinco jóvenes regresó a casa, y otros optaron por compartir espacios con más personas. Incluso hay parejas que viven con desconocidos para poder solventar los gastos.

Se ha popularizado la idea de que las generaciones jóvenes prefieren vivir en comunidad, y que no les interesa invertir en su patrimonio. Otros argumentan que, por el contrario, los bajos ingresos de los millennials los dejan sin la posibilidad de adquirir una vivienda. En la Ciudad de México, solo un 1% de los jóvenes son sujetos de un crédito hipotecario en relación con sus ingresos. Los censos muestran que la gente vive hacinada bajo el concepto de cohousing, y algunos logran comprar, pero en municipios periféricos a la ciudad, y hacen hasta tres horas de camino para llegar a su trabajo. Los jóvenes en México creen que no hay posibilidades de mejora social, lo cual confirma un estudio realizado por el Colegio de México. Este revela que solo el 2% de las personas en condiciones de pobreza pueden escalar socialmente. Eso genera desánimo y desesperanza en la sociedad, pues cada vez que un universitario no obtiene empleo, o tiene un trabajo precario, los familiares piensan que no tiene sentido seguir el mismo camino. “A eso se le llama la trampa de la pobreza: la gente ya no cree en un proyecto educativo ni laboral, lo que se convierte en un círculo vicioso.

Las consecuencias de la pobreza se reflejan principalmente en el área psicológica, ya que al no contar con un empleo o los recursos suficientes para sobrevivir, las personas experimentan ansiedad, depresión, inseguridad y baja autoestima ya que se sienten incapaces de competir por una plaza laboral, al igual que se sienten objeto del rechazo constante y, al tener una peor salud mental, merma la salud en general ya que se puede asociar con enfermedades como diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.

Debemos generar igualdad de condiciones, servicios de salud universales, gratuitos y de calidad y aunque el Estado tiene la mayor responsabilidad en generar estrategias y políticas que incluyan a los sectores más vulnerables, en tiempos de crisis como lo que se viven actualmente, los convenios y la participación de la iniciativa privada es necesaria.

Se discuten los resultados a la luz de las estrategias de superación de la pobreza en el mundo y el aporte de la psicología para la comprensión y modificación de las actitudes, conductas y cogniciones asociadas con la pobreza y la desesperanza.

Psic. Sara L. Campos Chavolla. Consultorio Torre Médica Av. Méndez 1110 Segundo piso . Tel. 9933141178 Cel. 9931498830  



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