Hace 70 años le quitaron las manos y un ojo, pero no la fe en Dios ni las ganas de vivir
Para don Arnulfo, la discapacidad nunca fue una limitante
A pesar de que hace 70 años Don Arnulfo Pérez López perdió ambas manos y su ojo derecho, la discapacidad no fue una limitante para formar una familia y sacar adelante a sus hijos; con dificultades, pero con la fe puesta en Dios, hoy vive feliz y en paz.
Él cuenta que cuando apenas cumplió los 18 años y ante la negativa de la familia de quien fue su esposa, que no aprobaban su relación, tuvieron que fugarse.
Sin embargo, meses más tarde, sus cuñados lo acorralaron en un paraje y a machetazos le quitaron las manos y su ojo, dejándolo medio muerto.
"En el año de 1953 me la traje, todavía bueno y sano, a los 7 meses que me la llevé, me pusieron una cerrada o una emboscada los muchachos, los hermanos de ella y me dieron para abajo, 9 machetazos, me dieron en la espalda, me dieron en la cabeza, me tumbaron las manos, esta mano quedó colgando y esta otra un machetazo, así me picotearon, ahí hermano comenzó mi calvario", explicó.
Pese a ello y a sabiendas de que les esperaba una vida dura, se casaron por la iglesia y por el civil, vivieron juntos por 62 años y tuvieron seis hijos.
"La vida de problemas, pero pusimos a Dios por delante, nos entregamos, lloramos, del diario llorábamos, papito lindo ayúdanos, haznos fuertes, haznos valientes, perdona los pecados, perdona los errores, papito lindo que usted que vive y reina que, hiciste cielo, tierra y mar y me hiciste a mí también, dame fe, dame sabiduría, dame amor, enséñame, ahí me iba sacando la inteligencia, el humano tiene la mente de Cristo", afirmó.
Don Arnulfo trabajó cuidando ganado, en el campo con un machete amarrado en el antebrazo, o un palo con punta para hacer surcos y sembrar maíz, de velador o vendiendo ropa en los tianguis.
"Yo aprendí a comer, yo aprendí a beber, ya yo me podía manejar más o menos solo, vendí ropa, trabajé viajando a México con camiones cargados de frutas, semaneaba yo en la Merced, trabajé en el campo sembrando maíz, cómo le hacía yo para sembrar, agarré una horquetita y con hacía el hoyo y luego regresaba yo echando el maíz en el hoyo, con mucho trabajo, pero sí lo hice, gracias a Dios", expresó.
Sin embargo, sus fuerzas se agotaron y ante la ausencia de su esposa que falleció hace ocho años, tuvo que salir a las calles y ahora pide ayuda en el crucero de Paseo Tabasco y Ruiz Cortines, donde aprovecha para cantar alabanzas y predicar la palabra de Dios.
"Dio vueltas la vida, se me enferma mi mujer, le cae el azúcar y se me muere, 8 años que se murió, ya viéndome acosado y ya no pudiendo trabajar, me agarró la necesidad allá trabajé en la avenida Universidad, antes de que comenzaran el puente ahí trabajé yo, después me cambié aquí y luego me convertí en el Evangelio, soy cristiano, aquí predico la palabra y le canto himnos al Señor y me ha bendecido el Señor, me da la gente, por su misericordia me ayuda", refirió.
Hoy Don Arnulfo tiene 88 años de edad, vive en la ranchería Corregidora 3ra, secc. de Centro y aprovecha para enviar un mensaje a las personas que se abruman ante las dificultades a encomendar su vida a Cristo y poner en sus manos cualquier problema.
"Ya la solución de todos los problemas grandes o chiquito es Jesucristo, yo le garantizo a Jesucristo y se lo pongo, de testigo se lo pongo solamente que tienen que arrepentirse y entregar su vida a Jesucristo".
"Feliz hermano, cuando Jesucristo está en tu hogar, cuando Jesucristo está en tu mente y en tu corazón es una paz que no hay con que compararla, qué puede ser que no lo venza si está Jesucristo contigo", subrayó.
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