El amor y sus etapas
1° Etapa: “El amor infantil”. Se vive el amor de manera egoísta. Se piensa: nací para que me den; doy para que me den de la misma manera. En esta etapa no se toman en cuenta la obligación, ni el sacrificio, tampoco el esfuerzo de darle gusto al otro a pesar de sentir amor por la pareja. Este principio cuestiona cómo nos relacionamos en nuestra sociedad y no duda en afirmar que lo hacemos más por necesidad que para compartir nuestro amor con otra persona. Estaclonarse en esta etapa, es una forma infantil de no querer responsabilizarse de nuestra propia existencia, con lo que ello supone. Cuando convertimos el amor como una herramienta, como vía de escape para no encontrarnos con nosotros mismos, perdemos nuestra capacidad de amar y nuestra honestidad para relacionarnos
2° Etapa: “El amor medio”. Se vive cuando los afectos por el amado se hacen más reales, más objetivos y más razonables. Se vive el amor bajo la siguiente consigna: te amo y te quiero tanto como tú me des, me ames y me quieras. En esta etapa se marca el trueque (una cosa por otra). El amor se basa en la ley de la reciprocidad que exige correspondencias, se llevan la cuenta y se crece conforme a la generosidad por partes iguales. Si no se recibe, el amor se puede convertir en odio. En esta etapa entran los resentimientos y el dolor te lleva a querer cobrar cuentas y a exigir ajustes.
Es cuando se ama con medida, administradamente y en espera de resultados. Desgraciadamente, en los cálculos que hacen los enamorados creen que dan más que el otro y esa es su percepción muy personal. En otras palabras, en materia de sentimientos es casi imposible saber quién quiso más y quien quiso menos. Quien hizo más sacrificio y quien menos y muchas veces recurrimos a un mecanismo de protección y negación para no percibir el dolor que causamos en el otro.
El amor es ambivalente, a veces amamos en extremo y de pronto también podemos llegar a sentir odio de manera exagerada. Recordemos que el amor y el odio son palabras que se vuelven sentimientos cuando hay personas que desarrollan esas emociones; entonces, “el amor en sí no existe, existen personas llenas de amor. El odio en sí no existe, pero existen personas llenas de odio”.
A esta etapa, al parecer evolucionamos todos, algunos incluso, nos congelamos en esta etapa, otros retrocedemos al amor infantil y egoísta de la primera etapa y pocos evolucionamos a la etapa 3. La segunda fase, puede durar de 15 a 20 años y es donde se dan generalmente los divorcios, las crisis, las separaciones. Aquí se agudizan las marcadas diferencias que existen entre los dos géneros femenino y masculino. Existen muchos factores que nos unen y otros tantos que nos separan. Sin embargo, si continuamos juntos en pareja, avanzamos a la etapa 3° del proceso del amor.
3° Etapa: “El amor maduro”. Esta etapa se puede dar en cualquier momento del proceso vital de las personas, el amor maduro lo logran incluso algunos adolescentes, por otro lado, conocemos muchos viejecitos que siguen amando con temores y egoísmos propios del primer nivel o etapa. No obstante, lo común, es que el amor vaya avanzando al mismo paso que se va deslizando la vida por las venas del cuerpo para hacerlo crecer, en este sentido, es más probable que el amor maduro se dé en las personas de edad adulta.
Hay ciertas dificultades en una relación que son inevitables e, incluso, necesarias, ciertos obstáculos que provocan emociones negativas con las que tenemos que lidiar. Es bueno darles cabida a estas emociones que experimentamos y entender que las disrupciones surgen normalmente a partir de algo a lo que no atendemos. Las emociones son nuestro lenguaje más íntimo y personal, sirviéndonos además para relacionarnos de una forma más honesta.
Con los años y luego de los embates de mil experiencias dolorosas, de muchos desengaños y fracasos superados, aprendemos a amar con un amor más sólido. Es cuestión de definir bien los sentimientos, no es resignación, es una forma de amor sereno y fortalecido. Es un amor de voluntad donde se opta por los valores personales y de la pareja. En esta etapa valoramos las cualidades de la pareja y ya aprendimos a aceptarlo con sus defectos. Ya no insistimos en cambiarlo y quizá ya lo respetamos sin que nos afecte su modo de ser de manera negativa puesto que aprendemos a marcar los límites de la individualidad y la territorialidad Es un amor que incluye una serie se sentimientos más bien positivos y ya no te entretienes ni te confundes tratando de definirlos, simplemente sientes y piensas bien por qué quieres vivir bien. Del corazón nace el gusto gratuito por amarle y darle el don del afecto y la voluntad del apoyo.
El amor maduro no espera nada a cambio ni lleva contabilidades de méritos y fallas. Es un tipo de amor muy difícil de lograr, pero si se llega a sentir es una experiencia emocional y espiritual cargada de plenitud y realización como ser humano en armonía con él mismo, con su pareja, con los demás y con la vida. Este tipo de amor puede inferirse a los seres que logran el crecimiento interior o que ya lo llevan en la esencia.
El amor es una energía excedente de la que disponemos gracias a tener cubiertas nuestras necesidades básicas. Esta energía hay que movilizarla, no basta con sentirla, sino que además hay que vivirla, y esto solo es posible hacerlo cuidándola y alimentándola
“El amor es un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de sí mismos.”
-Erich Fromm-
¡A seguir enamorados cultivando el amor y superando las etapas a lo largo de la vida!
PSICOLOGA SARA CAMPOS CHAVOLLA
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