¿Cómo será tu balance de fin de año?
Tengamos presente una frase: “el que no es flexible, se rompe”. Vaya si hemos debido aprender acerca de la flexibilidad. Todo esto que ha ocurrido y sigue ocurriendo de manera caprichosa y cruel, nos pone frente a la falta de certezas. Algo que es la esencia de la vida misma. Abrazar la incertidumbre es un enorme y valioso aprendizaje.
Hemos extraviado cosas que dábamos por garantizadas. El café con un amigo, el abrazo, la cercanía. Hemos perdido pequeñas maravillas cotidianas, por lo visto. Si sabemos hacer un buen trabajo interno, habremos ganado la espontaneidad, la sinceridad, la humanidad, el poder abrirnos ante el otro mostrando nuestras heridas y vulnerabilidad. Afortunadamente tenemos el recurso de la tecnología y lo podemos hacer mientras tanto virtualmente. Hemos incorporado a nuestra vida a personas maravillosas en este tiempo y nos hemos reencontrado con otros, desde otro lugar. Sin embargo, tenemos a pesar de todo, la sensación de que la muerte anda por allí sobrevolando y no hay un segundo para andar perdiendo. Algunos no tienen una segunda oportunidad.
Para cada quien este tiempo es distinto. Los sentimientos que nos habitan también. Y como en todo duelo, pueden aparecer emociones diversas. Las famosas “fases” de Kubler Ross, autora de 22 libros quien le dio a las pérdidas un sentido humanitario y un mayor realce a los cuidados paliativos de los enfermos. Nos hace ver las etapas por las que pasamos ya sea cuando nos preparamos para nuestra muerte o para superar la partida de un ser querido, estas son: La negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.
¿Qué es el duelo? Una perspectiva psicológica.
El duelo es el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras las pérdidas y que consiste principalmente en la adaptación emocional a estas. Son experiencias difíciles y complejas que engloban factores físicos, mentales y modifican nuestro comportamiento.
La pérdida de cualquier objeto de apego provoca un duelo, la intensidad y las características de éste pueden variar en gran medida dependiendo de la naturaleza de la pérdida. Las pérdidas no siempre son físicas, sino que también pueden tener un carácter abstracto. Las personas pasamos por un proceso de duelo cuando sufrimos una ruptura de pareja, cuando abandonamos el lugar donde nacimos de forma definitiva, cuando nos despiden de nuestro puesto de trabajo o cuando perdemos la movilidad en una parte del cuerpo; no obstante, el duelo por muerte es el tipo más relevante por la potencia con que afecta a la mayor parte de personas.
Estamos viviendo tiempos extraños. Que jamás hubiéramos imaginado ni en una serie. Podemos conectar con la angustia pues es parte ineludible del proceso de sanación, o intentar establecer un vínculo estrecho con la gratitud. Agradecer que tenemos a alguien que nos quiera o nos cuide. Comida. Que estamos vivos. Siempre hay algo para agradecer, aunque sea pequeño. La “normalidad” ya no será “normal”, es cierto. Pero podemos construir sobre los escombros y reescribir nuestra historia de otra manera. Todo es muy difícil y, para muchos, hasta parece imposible. Recordemos la metáfora de la bella flor de loto: un regalo de la naturaleza, cuyas raíces se nutren del lodo. Lo que hoy vivimos, en algún momento, será un capítulo del libro de nuestra vida. Algún día, constituirá nuestra historia. Como lo bueno, como lo malo, como las estaciones porque así son los ciclos de la vida, también esto pasará. La crisis del coronavirus ha mostrado la necesidad de trabajar en algunos valores sociales, como la solidaridad, la resistencia y la capacidad de comprender nuestras debilidades. Entre las debilidades, el reajuste de los centros docentes al nuevo contexto con urgencia y sin la debida planificación. La clave para las virtudes del mérito y el esfuerzo por permanecer es no ser superada frente a las dificultades, sino, al contrario, para luchar por superar los obstáculos. La universidad es el laboratorio en que la formación de nuevas generaciones de profesionales se combina con la investigación que permite que la sociedad avance, y no debe ser sólo un medio para obtener títulos.
Podemos suponer que para superar estas crisis que abrumadoramente nos atacaron tenemos que luchar por ser resilientes, es importante haber desarrollado resiliencia que la capacidad para adaptarse y superar la adversidad. Ésta se aprende en un proceso que requiere tiempo y esfuerzo y que compromete a las personas a tomar una serie de pasos. La resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo presión y, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles. Resiliencia es saber afrontar la adversidad de forma constructiva. Saber adaptarse con flexibilidad y salir fortalecido del suceso traumático. Todas las personas tenemos la capacidad de sobreponernos a un estímulo adverso, pero el uso decidido y firme de esta capacidad es lo que nos hace realmente resilientes. Veo la resiliencia como “el arte de rehacerse”, rehacerse en relación con el otro, ya que como decía F. Nietzsche “Todo puede ser adquirido en soledad, excepto la salud mental”.
¿Aprender de una dificultad que sientes que no mereces? ¿Usar el humor cuando algo no sale bien? ¿Sacar lo positivo de cualquier situación? No es fácil actuar de este modo en todas las situaciones y se puede aprender a hacerlo, pero cada persona lo hace a su ritmo y con su estilo personal. La psicoterapia te puede ayudar para fortalecer tu personalidad y así, tener más probabilidades de que el nuevo año sea diferente y el balance final arroje más ganancias que pérdidas. ¡Feliz Año Nuevo!
Psic. Sara Leticia Campos Chavolla Consultorio Torre Médica. Av. Méndez 1110 Segundo Piso. Tel 9933141178 Cel 9931498830