Tribunal falla a favor de soldado español lesionado en prácticas militares, Ejército deberá pensionarlo
Un impacto con una ametralladora le provocó discapacidad y lo expulsó del Ejército con 26 años
Rafael García Cambrón, un joven y ex soldado del Ejército español, ha librado una batalla en los últimos cinco años contra el Ministerio de Defensa. Una batalla que tuvo una "victoria épica" con la sentencia en un juzgado de Málaga que da la razón al joven y concluye que el accidente por el que adquirió discapacidad y provocó su expulsión del Ejército en 2019 tuvo lugar en acto de servicio, al contrario de lo que dictaminó un tribunal militar.
La decisión de la jueza permitirá al exsoldado seguir cobrando una pensión de 730 euros por su incapacidad, también será indemnizado y lo más importante para él: la justicia reconoce que el estrés postraumático que sufre es consecuencia del accidente que tuvo durante una maniobra en la base militar cordobesa de Cerro Muriano y, por tanto, fue un accidente laboral.
¿Qué ocurrió?
El accidente se produjo el 15 de marzo de 2019, el último día de maniobras.
"El último ejercicio consistía en atravesar con el TOA (transporte oruga acorazado) un terreno que la unidad de Zapadores previamente había minado de forma simulada abriendo para ello brechas en el suelo, con el fin de recrear una zona batida por el enemigo. Debíamos circular hasta llegar a una posición segura", recordaba hace unos meses el exmilitar en una entrevista para El Periódico de Aragón.
García Cambrón recuerda que él "llevaba toda la semana actuando como topógrafo, el rol que me habían asignado, mi función era llevar el mapa durante los ejercicios y guiar al conductor, pero aquel día a última hora el sargento me cambió de posición, me ordenó ponerme arriba del TOA, en la ametralladora, y ser el tirador", recuerda el exsoldado García.
Los cinco soldados se montaron en el carro blindado e iniciaron la maniobra, junto al sargento: "Íbamos todos los miembros de la compañía distribuidos en cinco TOAS, en guerrilla, uno paralelo al otro, pero nosotros éramos los primeros. Entonces, como yo llevaba la cabeza sacada y él no, el sargento empezó a gritarme una y otra vez desde abajo del vehículo mientras me daba golpes y me tiraba de la rodillera: '¡García, mira para atrás! ¿vienen los demás o no?'. Yo iba con mi ametralladora al frente mientras contestaba que sí, pero él no dejaba de darme y desestabilizarme y le gritaba al conductor: '¡Dale, dale!', invitándole a que fuera más rápido".
Y entonces llegó el impacto: "Íbamos a gran velocidad y el conductor no vio el agujero que Zapadores había hecho en el suelo. Al pasar por él, impacté contra la culata de la ametralladora. Me golpeé en la nariz y la boca varias veces, la rodilla y la espalda... Había sangre hasta en el techo del vehículo. Me caí al suelo del TOA y me quedé en blanco".
El exsoldado sufrió, entre otras lesiones, rotura de nariz (además de un quiste) y rotura del menisco y tuvo que ser operado varias veces.
La sentencia supone una "satisfacción a medias" para el exsoldado: "Nada puede reparar el daño que me han hecho ni devolverme mi sueño de ser militar, que con tanto esfuerzo acababa de conseguir cuando tuve el accidente"
Los peritos del Instituto de Medicina Legal de Málaga concluyeron que el joven sufre varias secuelas físicas y psiquiátricas y le reconocieron una discapacidad del 45% y una incapacidad permanente en grado total. Según su valoración, el exmilitar sufre: alteración de la respiración nasal por deformidad ósea (insuficiencia ventilatoria), síndrome cervical asociado y agravación de artrosis previa y síndrome postraumático lumbar, dolencias físicas "graves pero no incapacitantes".
Lo que lo incapacita para la vida militar es "un trastorno mental" derivado del siniestro que el psiquiatra que atiende al joven desde entonces calificó como "trastorno de estrés postraumático grave y crónico".
"Me culpan de mi trastorno mental"
Pese a todo, el Ministerio de Defensa rechazó que la incapacidad psiquiátrica del joven se produjera "en acto de servicio". El joven asegura que le dijeron: "la culpa de mi trastorno es mía por no haberme adaptado a la vida militar".
El exsoldado demandó a Defensa ante la Audiencia Nacional, sin éxito. También a su sargento, que sigue en activo, después de que el tribunal militar lo absolviera de varios delitos de abuso de autoridad y de otro contra la eficacia del servicio.
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