No nos cansemos de pedir perdón a Cristo dice el Papa durante la Última Cena

El Santo Padre lavó los pies a 12 reclusas de entre 50 a 60 años

No nos cansemos de pedir perdón a Cristo dice el Papa durante la Última Cena

El Papa Francisco ofició este Jueves Santo la Misa Crismal y la Misa de Última Cena, ésta, desde la cárcel femenina de Rebibbia, en Roma, donde lavó los pies a 12 reclusas de entre 50 a 60 años.

Las internas a las que el Santo Padre les lavó los pies durante la Misa in Coena Domini, varias proceden de países como Italia, Bulgaria, Nigeria, Ucrania, Rusia, Perú, Venezuela y Bosnia.

Durante su homilía, el Sumo Pontífice hizo una reflexión espontánea de un poco más de dos minutos, en donde señaló que, en el Evangelio de este Jueves Santo, hay dos episodios, el primero, el lavatorio de pies de Cristo a sus apóstoles y el segundo, la traición de Judas.

No obstante, el Jerarca Católico subrayó que Jesús siempre nos espera con los brazos abiertos, porque nunca se cansa de perdonarnos, a pesar de nuestras debilidades y errores.

"Jesús perdona todo, Jesús perdona siempre. Solo quiere que nosotros pidamos el perdón. Una vez escuché a una anciana muy sabia, del pueblo y ha dicho: Jesús no se cansa jamás de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pidamos hoy al Señor la gracia de no cansarnos. Siempre nosotros tenemos pequeños errores, grandes errores, cada uno tiene su propia historia, pero el Señor nos espera siempre con los brazos abiertos, y no se cansa jamás de perdonar", manifestó.

Luego de la reflexión, Francisco, fue llevado en una silla de ruedas, para lavarle los pies a las reclusas.

Previo a la Misa in Coena Domini, el sucesor de Pedro ofició la Misa Crismal desde la Basílica de San Pedro, donde cardenales, obispos y sacerdotes, renovaron sus promesas sacerdotales.

Frente a miles de feligreses, el Santo Padre, pronunció un discurso de más de 20 minutos, donde señaló el episodio cuando Pedro niega a Jesús, donde dijo que en la "oscuridad de la negación, dio cabida a las lágrimas de vergüenza y arrepentimiento".

"La curación del corazón de Pedro, la curación del Apóstol y la curación del Pastor son posibles cuando, heridos y arrepentidos, nos dejamos perdonar por Jesús; estas curaciones pasan a través de las lágrimas, del llanto amargo y del dolor que permite redescubrir el amor. Por eso, desde hace tiempo siento la necesidad de compartir con ustedes, en este Jueves Santo del Año de la oración, algunos pensamientos sobre un aspecto de la vida espiritual bastante descuidado, pero esencial. Lo propongo con una palabra tal vez pasada de moda, pero que creo que nos haga bien redescubrir: la compunción", reflexionó.

Prosiguió explicando que la palabra "compunción", es una punzada en el corazón, un "pinchazo" que hiere, que hace brotar las lágrimas y el arrepentimiento.

"Esta es la compunción, no es un sentimiento de culpa que nos tumba por tierra, no es el escrúpulo que paraliza, sino un aguijón benéfico que quema por dentro y cura, porque el corazón, cuando ve el propio mal y se reconoce pecador, se abre, acoge la acción del Espíritu Santo, agua viva que lo sacude haciendo correr las lágrimas sobre el rostro. Quien se quita la máscara y deja que Dios mire su corazón recibe el don de estas lágrimas, que son las aguas más santas después de las del Bautismo. Queridos sacerdotes, hoy os deseo esto", abundó.

Posteriormente, el Obispo de Roma bendijo el Santo Crisma y los demás Óleos Sagrados, como el Óleo de los Catecúmenos y el Óleo de los Enfermos, que usarán durante todo este año para los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Ordenación Sacerdotal y Unción de Enfermos.