¿Sentimientos artificiales? Una crítica a Mi amigo Robot
La cinta narra la complejidad de la amistad
Desde que existe la ciencia ficción, hay una pregunta que es el parteaguas de los argumentos de Matrix, Yo Robot y Odisea en el Espacio: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Esta frase es a su vez el título de la novela de Philip K. Dick y cuya adaptación por Ridley Scott se transformó en Blade Runner.
El sueño es todavía inexplicable. No se sabe por qué soñamos. Lo que es claro, es la sensación al despertar de que ocurrió algo complicado de explicar, algo divino pero sobretodo, humano. Por lo tanto, atreverse a pensar que una máquina, pudiera soñar, horroriza un poco, puesto que la acerca al ideal del hombre, cosa que todas las películas hasta ahora mencionadas tienen en común.
Es por eso, que Mi amigo Robot de Pablo Berger es tan especial. En el cine de ciencia ficción, lo más común es que las máquinas sueñan, se vuelven conscientes, llegan a estar a la par del humano y eventualmente intentan destruir. Pero este filme presenta una opción distinta con "Robot", nuestro protagonista, una amigable máquina capaz de querer, cuidar, entender y sobre todo, dejar ir. Capacidades no solo humanas, sino de una persona centrada.
El otro protagonista es Perro, ser antropomórfico que encarna a la soledad del mundo contemporáneo, de Nueva York justamente. Empujado por los recuerdos de su infancia, por grandes robots como Mazinger Z y R2D2 reposando en sus estanterías, decide emprender la aventura de comprar y ensamblar a Robot, quién ¿logrará ser ese compañero que busca? ¿Aprenderá a vivir en ese mundo que pinta la película, de animales? Y sobre todo ¿Cuáles serán los límites de su humanidad?
Al ser una película de animación tanto el manejo de los encuadres, como la música son las verdaderas responsables de responder estas preguntas. Además, así pasan desapercibidas las complicaciones filosóficas. Después de todo, quién tiene tiempo para ellas, cuando la trama presenta con urgencia otras cuestiones ¿Le pasará algo a Robot si come un hot dog? o ¿Puede tomar un baño en la playa sin romperse?
Por si fuera poco, la película no tiene ni un solo diálogo y una parte importante de la película aún así es el ambiente sonoro. El metro, el caminar de los distintos animales, hasta la estática de una radio, todo ensamblando una sinfonía urbana de una ciudad que no existe. September de Earth, Wind & Fire, revienta las bocinas en más de una ocasión transformando secuencias en verdaderos videos musicales sin precedentes.
Todos los elementos encajan para crear una cinta imponente que, llena de momentos enternecedores, retrata la amistad y el cuidado como pocas lo han demostrado hasta ahora. Hay un valor indiscutible en Mi amigo Robot por el que vale la pena verla.
No puedo creer que una película que va de un perro y un robot siendo amigos, me haya resultado tan humana, pero bueno, de eso se trata el cine ¿no?
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