“Mi edad es avanzada y me preocupa dejarlos”, dice Doña Ignacia al ver a sus cuatro hijos postrados
María Ignacia Hernández Castro, tiene 83 años de edad, de los que 39 se los ha dedicado al cuidado de sus cuatro hijos, quienes se encuentran postrados a causa de una rara enfermedad.
Doña Ignacia, es habitante de la ranchería Medellín, Centro, tuvo 9 hijos, dos se murieron en accidentes, y siete le sobreviven, sin embargo, uno no habla, de los otros dos, dice que uno es alcohólico y vive con ella, la ayuda en los quehaceres cuando está de ganas, y su hija María Dolores, es la única que vela por la asistencia de sus hermanos postrados, aunque ella, también es víctima de un extraño mal en sus ojos, lo que le ha llevado a perder parcialmente la vista.
La octogenaria, asegura que nunca se imaginó tener ese cuadro, luchar de esa manera, pues sus cuatro hijos fueron niños sanos, jugaban, iban a fiestas, en la adolescencia estudiaban y llevaban buenos promedios, además, que eran alegres.
“La enfermedad de ellos es severosa oliva (sic), dijeron en México, todo viene de su masa encefálica, en México y en Mérida, -¿Los cuatro nacieron así?- No, donde crees mi amor, si este pasó el examen en el Conalep, aquel lo pasó excelente en la preparatoria de la deportiva, esta estaba dando su servicio en el rastro estatal, ella la güera, de contabilidad, -¿Quién fue el primero?- El primero fue Marquito, a la edad, poco más o menos de 20 años, el segundo Neftalí (José de la Paz), ya no podía caminar, con muletas empezaron a caminar, de ahí agarraron la silla de rueda, de ahí, aquí los tienes presentes”, explicó.
Detalló, que la ultima en caer fue María Cruz, quien hoy tiene 50 años de edad, y que comenzó a tener problemas para caminar cuando ya estaba por recibirse como contadora y estaba dando su servicio social en el Rastro Estatal.
Pero como perdía fuerzas en sus piernas y se caía, decidió ya no dejarla continuar con sus estudios, pese a las súplicas de su hija.
De los tres hermanos, ella fue quien tardó más años en la silla de ruedas y en perder la noción del tiempo.
“Con mucho amor los atiendo porque desde muy pequeña seguí a Cristo y a María, eso me tiene fortalecido aquí, cuando no había esta epidemia aquí me venían a dar la comunión a mi y a mis cuatro niños porque estábamos preparados para recibir la comunión, yo con mucho amor los atiendo, cuando mi hijo no puede hacer sus alimentos de ellos, me tengo que levantar a las 4 de la mañana a prepararle sus alimentos, para que cuando ya me los levanten aquí a este lugar, yo ya tenga listo su alimento para darle su desayuno a mis niños, son mis hijos y los vi muy chiquititos, los vi grandes, como me amaban y como me hacían caso, y ahora los veo postrados, pues con más cariño los atiendo”, señaló.
En el día, recibe la ayuda de su nuera, quien al enviudar, todos los días llega a primera hora a ayudar con la asistencia de los enfermos, prepara los alimentos y se va a su casa, hasta que los deja bañados y en cama.
Pero por las noches, Doña Ignacia, afirma que es una centinela, pues se la pasa recorriendo las tres habitaciones en las que duermen sus hijos, para supervisar que estén bien, pues si no lo hace no puede conciliar el sueño.
Agregó, que viven de la caridad, aunque con la pandemia muchos de sus “ángeles” que le ayudaban murieron, pues eran personas de la tercera edad, y ahora, ha quedado prácticamente desprotegida, pues su hija, quien la ayuda con la manutención de sus hermanos, no tiene un ingreso fijo, y no tienen a nadie más a quien recurrir.
“Nada más que pienso que ya mi edad va siendo avanzada, y no sé si ellos vayan a seguir viviendo, me voy a ir y los voy a dejar, yo no quisiera dejarlos porque no hay amor más grande que el amor de la madre, me parece que otra persona no va a tener ese amor como una madre para mis hijos, pero ni modo así es la vida, si a mi me tocó irme me voy se y ellos quedarán”, expresó.
La afligida Madre, pidió a la sociedad civil y a los gobiernos Municipal de Centro y del Estado, que le ayuden para asegurar una estancia para sus hijos una vez que muera, además, que de momento requiere tejas de lámina para reparar una galera que se hizo hace años, para que los enfermos pudieran pasar el día, así como para las habitaciones, que ya tienen filtraciones.
“Pues yo diría que ve mi situación, que no es uno, son cuatro y de todas maneras se necesita la ayuda, en lo que me quisieran ayudar pues, con hasta unas camisas para ellos, y el cuartito donde están Marquito y Concepción todo se llueve, porque todas las láminas, esta el cuartito del niño se llueve, ahora necesitaríamos láminas porque todo eso se llueve, donde está la güera ya la trajeron para acá porque ya no puede estar ahí porque le cae el agua”, apuntó.
Además, que dijo, requiere que le donen despensas, camisetas y pantalones de tela, que es lo que más usan, y medicamentos como: antara laxante en pastilla o suspensión, pañales, vaporup, paracetamol, amoxilina y el cronosopan, que es un relajante de 2 gramos, que sus hijos requieren para descansar por las noches.
Para quienes deseen ayudar a la señora María Ignacia Hernández Castro, se pueden comunicar con el Padre Hernán Quintero al número 9933420300 o a través de su nieta Noemí Sánchez de la Cruz al número de celular 9934313047.
Tarjeta Saldazo para depósitos en efectivo 4766 8416 7621 2296