La homosexualidad y sus causas
A partir del siglo XIX el dominio de la sexualidad dejó de tener el sentido de la falta y el pecado para entrar en el registro de la enfermedad sexual, es decir, de lo normal y de lo patológico. La homosexualidad comenzó a ser definida como una enfermedad o una perversión y por lo tanto comenzó ser estudiada por la medicina, la psicología y el psicoanálisis. Durante el siglo XX, la psiquiatría incluía la homosexualidad entre los trastornos que podían ser tratados, pero, en 1974, la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, retiró la homosexualidad de la lista de las enfermedades mentales del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. En 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se plegó a la iniciativa de excluir la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades y otros Problemas de Salud. La décima versión de esta clasificación (C.I.E. – 10), eliminó definitivamente a la homosexualidad de sus manuales.
La genética de la orientación sexual.
Algunos estudios publicados durante la década de los noventa afirmaban que existía una cierta predisposición genética en torno a la homosexualidad masculina. En particular, se sugirió que polimorfismos en el gen Xq28 podían relacionarse con la homosexualidad en varones. Hoy sabemos que no existe, o al menos se desconoce, que haya un gen que nos haga ser heterosexuales u homosexuales, presentar atracción por ambos sexos o no tener deseo sexual. Aunque al día de hoy no hay estudios suficientemente fuertes y contrastados como para hablar de que la orientación sexual viene en la genética, existen hipótesis que apuntan, desde una perspectiva puramente biologicista, que deberíamos indagar en esa dirección.
Otra de las hipótesis científicas que existen acerca de qué condiciona nuestra atracción sexual es la que propone el papel central de las hormonas. Hasta la sexta semana el óvulo fecundado no empieza a desarrollarse con un sexo definido. En otras palabras, durante las seis semanas previas, el óvulo fecundado se divide sin un sexo determinado como tal. En el caso de que el feto tenga cromosoma Y, a partir de ese período se desarrollarán los testículos, que comenzarán a generar testosterona, que alcanza su concentración máxima entre la duodécima y la decimocuarta semana. Será en ese tiempo cuando también se desarrolle el cerebro que, dependiendo de los niveles de esta hormona sexual, se masculinizará más o menos. En la revista Endocrinology en 2011, se habla de que existen regiones del cerebro diferentes dependiendo de si analizamos a un hombre o una mujer. A pesar de ello, no se ha demostrado aún la influencia directa de las hormonas sobre la masculinización y/o feminización de esas partes cerebrales. La orientación sexual, igual que otros rasgos de nuestro comportamiento y conducta, es demasiado compleja como para ser analizada únicamente desde una perspectiva biologicista. Tan complicado es que, hasta el momento, sólo contamos con estudios observacionales que hablan de diferencias estructurales entre personas homosexuales y heterosexuales, en regiones como el área INAH3 del cerebro. Sin embargo, esta zona no aparece vinculada con el nivel hormonal en la etapa adulta, por lo que no podemos establecer una relación directa causa - efecto.
Enfoque psicológico.
La homosexualidad, como categoría psicológica, se constituyó a partir de un artículo de Carl Westphal en 1870 sobre «las sensaciones sexuales contrarias». Las explicaciones sobre el origen intrapsíquico de la homosexualidad varían según las corrientes dentro de la psicología, la psiquiatría y el psicoanálisis. Desde una perspectiva cognitivo-conductal, se ha propuesto un modelo de cómo surge la homosexualidad a partir de los primeros años de la adolescencia. Primero sensibilización, después confusión de identidad sexual y luego la aceptación de la identidad o preferencia sexual.
El conductismo partió de la hipótesis de que a través del aprendizaje por conductas imitativas y el reforzamiento directo de estas, se da el proceso de modelamiento en las conductas homosexuales. Es por eso que en la década del conductismo se proponía una terapia de reconversión para volver heterosexuales a los individuos con inclinaciones homosexuales. Pero la terapia de conversión no ha sido científicamente validada.
Richard Cohen es conocido por haber escrito libros, dado conferencias y talleres conocidos como "Terapia de reorientación sexual", basándose en la premisa de que la homosexualidad es un comportamiento que no es inherente a la persona, sino adquirido por factores ambientales durante la infancia, y que por tanto puede ser modificado. Cohen, que vivió como una persona abiertamente homosexual en su juventud, fue sometido a diversas terapias que —según sus propias palabras— le ayudaron a abandonar su tendencia homosexual y a emprender una transición hacia la heterosexualidad. Cohen describe su infancia como problemática, lo cual, según sus hipótesis, fue el origen de su tendencia homosexual en su juventud. Cohen reconoció haber sufrido abusos sexuales repetidamente por parte de su tío durante su niñez. Según él mismo, este hecho, conjugado con una madre excesivamente protectora y una falta de cariño por parte de su padre fueron los factores que lo llevaron a adoptar en el futuro una orientación homosexual. Cohen asegura que el sobrellevar el daño psicológico provocado por los abusos y otros factores le permitió revertir su orientación sexual a su «heterosexualidad natural». En 2011, Cohen publicó en España la traducción de su libro «Comprender y sanar la homosexualidad», que produjo un fuerte revuelo social. Las terapias de reordenación sexual de Cohen han sido rechazadas por algunos, asegurando que «la homosexualidad no es un trastorno psicológico.
El psicoanálisis no tiene una teoría específica sobre la homosexualidad y Freud no pensaba que los homosexuales formaban un grupo separado con características similares que los diferenciara de los demás individuos. No consideraba el deseo homosexual como patológico sino como una disposición en la constitución sexual de todos los individuos. Freud decía que intentar transformar un homosexual en heterosexual era tan imposible como intentar transformar un heterosexual en homosexual.
La información precisa sobre la homosexualidad resulta especialmente importante para los jóvenes que están apenas descubriendo y buscando entender su sexualidad, ya sea homosexual, bisexual o heterosexual. Los temores de que el acceso a dicha información haga que más personas se vuelvan gays no tienen fundamento; la información sobre la homosexualidad no hace que alguien se vuelva gay ni heterosexual. No debemos entender sólo la orientación sexual como una faceta compleja de nuestro comportamiento, sino también como un tema muy influenciado por nuestra cultura y el ambiente en el que desarrollamos nuestra vida. Valga recordar la escala de Kinsey, en la que se apunta que no existen poblaciones homogéneas de heterosexuales y homosexuales, sino más bien una gran variedad de matices en cuanto a nuestro comportamiento sexual. Sea como sea, lo cierto es que nuestra orientación sexual, esté marcada o no por factores biológicos, es un rasgo más de nuestra personalidad y como tal ha de ser respetado y defendido en cuanto a su diversidad.
Psic. Sara L. Campos Chavolla Consultorio Torre Médica Av. Méndez 1110 Segundo piso. Tel 9933141178 Cel 9931498830