Coinciden líderes religiosos en que el Covid19 no es una maldición, sino una lección para reflexionar… en Semana Santa

Diversos líderes religiosos, coincidieron en “A Fondo con Chuy Sibilla”, que la pandemia del coronavirus no es un castigo de Dios, sino una oportunidad para cambiar y arreglar las cosas con el prójimo.

En el panel, vía telefónica, estuvieron los párrocos de la iglesia San Sebastián Mártir, el padre Rubén Ponce de León; el párroco de la parroquia del Espíritu Santo, el padre Saúl Solís y el padre Roberto Valencia, de la parroquia universitaria San Marcos.

En ese sentido, fue el padre Rubén Ponce de León, quien explicó por qué la crisis sanitaria, no debe ser considerado como un castigo divino.

En tanto, el padre Roberto Valencia, apuntó que si bien es normal tenerle miedo a las consecuencias de la pandemia, la fe debe fortalecerse con la solidaridad y la unión en la familia.

“Descubrir que la gente le tenga miedo a la enfermedad o a la muerte sí está, pero hay un miedo muy generalizado en la sociedad tabasqueña, la gente tiene un pavor que con el virus se quede sin trabajo, se quede sin pagarle a los trabajadores, se quede sin ingresos”, apuntó.

No obstante, el padre Saúl Solís, manifestó que la celebración de la Semana Santa no se interrumpe, pues confió en que la feligresía católica, en sus hogares, se encomendarán a Dios.

“Tiempo de conversión es lo que significa la cuaresma en la vida de nuestra iglesia, tiempo de volver a Dios que comienza con abrirnos a él, y entonces dejar de pensar que nosotros tenemos el poder, que somos todo, pasar de una vida donde estamos centrados en nosotros mismos, nuestras ideas, nuestros criterios, nuestros pensamientos, nuestros miedos para poder acoger al Señor, y que sea Él, el que nos dé manera de entender y de ver las cosas”, aseveró.

Al programa, también enviaron sus consideraciones el pastor presbiteriano, Alfonso de la Cruz; el pastor Bautista, Carlos Enrique Ochoa, y el pastor mormón, Martín Pérez Lastra, quienes coincidieron en que esta situación es una prueba más, pero también es un anuncio de la segunda venida de Jesús.