Aunque no puedan hablar los perros agradecen que les adopten, aseguran

 

Tras padecer en la calle por días en medio del hambre, los golpes y el desprecio, la mayoría de los perros abandonados que son reportados al escuadrón de Caninos 911, han sido rescatados para tratar de darles una mejor condición de vida.

Tal fue el caso de Patrón, quien tenía un hogar, pero fue sacado a la calle por sus dueños en la colonia Miguel Hidalgo cuando perdió la vista en ambos ojos a causa de las cataratas que padece; tras ser rescatado fue llevado al refugio de Caninos 911 donde permaneció durante un año.

No fue hasta que hace dos años y medio, Yesenia Soto visitó el refugio y decidió adoptarlo.

Yesenia Soto explicó que por su discapacidad visual, Patrón ha afinado el sentido del olfato y del oído, por lo que se orienta muy bien en su casa y en los lugares que frecuentan.

E incluso, sabe dónde está su plato, sus juguetes, su cama y no tropieza con los muebles de su casa.

Patrón es un perro muy aplicado en sus clases de obediencia, por lo que en el mes de enero competirá en el concurso de “El buen perro urbano”, que se celebra cada año en el parque La Choca.

Un caso similar fue el de Lola, una perrita que fue rescatada de la calle y debido al tiempo que llevaba en abandono presentaba desnutrición, sin embargo, su apariencia física y timidez, fue lo que le valió para conquistar el corazón de Carina Mejía, una jovencita de 15 años de edad, que decidió brindarle una oportunidad para darle amor.

“Siempre hemos sido como de adoptar, no comprar, nos gusta más esa idea, porque le estamos dando una oportunidad a una vida, entonces se nos hace muy bonito hacer eso, fuimos al refugio y encontramos a nuestros perritos. Yo llegué al refugio y había un montón de perros, la verdad que hasta mis papás estaban asustados de que nos pudieran hacer algo, cuando llegué fue super bonito sentir a todos los perritos venir aquí así, se veía que todos eran super amigables y amorosos, y pues en lo que estaba viendo a los perritos, vi a una perrita muy flaquita, era literalmente una calquita…”, indicó.

E incluso, Jorge, su hermano menor de 13 años, también se animó a adoptar a Reni, otra perrita en abandono que fue auxiliada por el escuadrón de Caninos 911.

“La idea era tener dos perros para que estén en compañía, y yo mi sueño siempre era tener un perro chiquitito como un Chihuahua, pero allá no había, así que de repente le mandaron una foto a mi mamá de Reni, que fue recién rescatada ese mismo día, y así que dije, no, yo quiero esa perrita, me la trajeron a mi casa, pero llegó como muy asustada, muy insegura, y pues resultó que llegó embarazada, con hijos, con siete hijos, y pues al principio se escondía... hasta que tuvimos confianza, todos sus hijos, nos cuidamos Reni ha sido la mejor perrita que he tenido, siempre que me ve se emociona y es como si me quisiera mucho”, describió.

Los jóvenes mencionados son ejemplo de personas de diferentes estratos sociales que han decidido darles una oportunidad a aquellos perros que tuvieron un hogar, pero que fueron desechados a la calle por sus dueños.

La falta de espacio, cambios de domicilio, o bien la carencia de recursos para la alimentación, no son ni serán pretexto para abandonar a “un fiel compañero” en la calle, y mucho menos a golpearlo o arrebatarle la vida.

Y más que con tal de estar al lado de sus dueños, los perros se adaptan a las condiciones y espacios.

En Tabasco, existe la Ley de Protección y Cuidados de los Animales, en la que se contemplan sanciones para las personas que abandonen a sus mascotas en la calle, sin embargo, el desconocimiento de las administraciones municipales, así como la falta de interés por atender una problemática tan seria como lo es el maltrato animal y sus diferentes variantes, hacen poco posible que algún día se pueda avanzar en la materia para evitar que más animales terminen en las calles.

Los animales en situación de abandono, sienten el rechazo de quienes consideraron su familia, y además tienen que lidiar con el hambre y el maltrato de los ciudadanos en la calle, acciones que la mayoría de las ocasiones los convierte en agresivos, pues es una forma de protegerse.

E incluso, al estar expuestos a peleas con otros perros, gatos o diferentes especies que conforman la fauna nociva que se encuentra en las calles, se pueden propiciar brotes de enfermedades como la rabia, virus, peste, entre otras que pongan el riesgo la salud pública.