Que callen las armas y se de voz a la paz… pide Papa Francisco en Irak
Así Inició el 33er viaje apostólico internacional
"Que callen las armas y se dé voz a los artesanos de paz" fue el centro del primer discurso del Papa Francisco en Irak, en el marco de su 33° Viaje Apostólico Internacional.
En el gran salón del Palacio Presidencial de Bagdad y ante las autoridades, la sociedad Civil y el cuerpo diplomático, el Pontífice recordó el sufrimiento del pueblo iraquí, golpeado por guerras y terrorismo y remarcó con fuerza la necesidad de diálogo, la búsqueda de la paz, la justicia y el cuidado hacia los más vulnerables, con un llamado a la solidaridad y a la convivencia fraterna.
En su primer discurso, expresó que llegaba como peregrino de paz en nombre de Cristo.
El Papa manifestó a los 150 presentes su agradecimiento por la oportunidad de realizar esta Visita Apostólica, "tan esperada y deseada", una visita que dijo tiene lugar hoy "mientras el mundo entero está tratando de salir de la crisis por la pandemia de Covid-19".
“Esta crisis requiere esfuerzos comunes por parte de cada uno para dar los pasos necesarios, entre ellos una distribución equitativa de las vacunas para todos, pero no es suficiente, esta crisis es sobre todo una llamada a repensar nuestros estilos de vida, el sentido de nuestra existencia, se trata de que salgamos de este tiempo de prueba mejores que antes, de que construyamos el futuro en base a lo que nos une más que en lo que nos divide”, aseveró.
Francisco señaló ante el presidente de la República de Irak, Barham Ahmed Salih Qassim, que llegaba como “penitente que pide perdón al Cielo y a los hermanos por tantas destrucciones y crueldad; como peregrino de paz, en nombre de Cristo, Príncipe de la Paz”.
“Que callen las armas, que se evite su proliferación, aquí y en todas partes. Que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local. Que se dé voz a los constructores, a los artesanos de la paz, a los pequeños, a los pobres, a la gente sencilla, que quiere vivir, trabajar y rezar en paz. No más violencia, extremismos, facciones, intolerancias; que se dé espacio a todos los ciudadanos que quieren construir juntos este país, desde el diálogo, desde la discusión franca y sincera, constructiva; a quienes se comprometen por la reconciliación y están dispuestos a dejar de lado, por el bien común, los propios intereses.”
El Santo Padre, recordó que, en estos años, Irak ha tratado de poner las bases para una sociedad democrática, pero dijo que es indispensable asegurar la participación de todos los grupos políticos, sociales y religiosos, y garantizar los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, sin que “ninguno sea considerado ciudadano de segunda clase”.
Asimismo, rememoró el rol decisivo de la comunidad internacional en la promoción de la paz en esta tierra y en todo el Oriente Medio, recordando el largo conflicto en Siria.
Por último, apuntó que el nombre de Dios no puede ser usado para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión, pues reiteró que la religión, por su naturaleza, debe estar al servicio de la paz y la fraternidad.