Los retos de la innovación docente en la pandemia
Los profesores además de ser formadores, instructores y guías de sus alumnos, a lo largo de su ejercicio profesional también han tratado con los padres o familiares de los mismos. Algunos alumnos tienen hogares bien estructurados, otros provienen de familias desintegradas o conflictivas. Los docentes tienen que tratar con madres o padres permisivos, represores, protectores o estrictos. Algunos tratan al maestro con amabilidad y otros con faltas de respeto y exigencias. ¿Por qué se ha demeritado la imagen del profesor? ¿Por qué se permite que los alumnos les falten al respeto? Son cuestionamientos que nos debemos de hacer y mucho alarma el ver que, tanto a los padres como a los maestros, ahora ya muchos no les obedecen ni los consideran figuras de autoridad.
Quizá sea buen momento para empezar a valorar la labor de estas personas que decidieron dedicar su vida a la enseñanza lo que implica conocimiento, paciencia, dedicación, pero sobre todo vocación de servicio. Con motivo de la celebración del día del maestro, es importante hacer ciertas consideraciones para reconocer su gran trabajo, y más aún en pandemia. Ciertamente es difícil para los profesores atender a grupos grandes, con exigencias académicas diversas y a veces ello implica una carga administrativa y metodológica adaptada a la tecnología moderna. Desde hace años el analfabetismo, el rezago, la escasez de recursos, la carencia de internet, pero también la reprobación, la repetición, la deserción y cuestionamiento de su calidad, son padecimientos que han venido desgastando, corrompiendo y consumiendo nuestro Sistema Educativo. Muchas escuelas han estuvieron funcionando presencialmente sin agua potable, sin servicios sanitarios, sin drenaje, sin líneas telefónicas y sin computadoras.
Antes de la pandemia, la escuela venía padeciendo la pérdida de su autoridad cultural; y muchos docentes advertían un escaso reconocimiento de su labor en la sociedad. Hoy, la escuela entendida como sistema, organización y gobierno debe examinarse y replantearse. Con la pandemia, los desafíos de los docentes se multiplicaron. Sería un error, como humanidad, haber entrado y salido de esta adversidad, sin cambiar sustancialmente. Lo peor que nos puede pasar es atravesar este infortunio sin haber aprendido nada. El primer gran efecto de la crisis sanitaria lo vimos en los sistemas educativos alrededor del mundo, cuando sus autoridades tomaron decisiones inmediatas para prevenir la pérdida del año escolar y dar cierta continuidad a los estudios. A finales de marzo, la UNESCO convocó a una reunión en línea con un grupo de ministros para compartir información sobre las medidas de ampliación desplegadas en sus países para apoyar a maestros, padres y estudiantes a hacer frente al aprendizaje en el hogar. El grupo especial, establecido tras la primera reunión en línea de ministros y secretarios de educación organizada por la UNESCO el 10 de marzo, cuenta con 11 países de todas las regiones: Costa Rica, Croacia, Egipto, Francia, Irán, Italia, Japón, México, Nigeria, Perú y Senegal.
La pandemia nos incita a promover un nuevo humanismo, a impulsar la equidad educativa, a replantear nuestro sistema educativo, a redefinir las filosofías educativas que lo orienta y atender los vacíos en la formación pedagógica de los maestros en formación y también en los que están en servicio. Será fundamental para recobrar la autoridad cultural de las escuelas y superar la descalificación de los docentes. Ahora, gracias a la pandemia es posible entender que el aprendizaje de nuestros hijos e hijas exige corresponsabilidad entre padres de familia y docentes. Las condiciones de estudio de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, nos lleva a advertir que hacen falta políticas educativas que disminuyan las brechas de desigualdad. Las tareas que dejan los maestros y que entregan los estudiantes, no necesariamente reflejan que estén logrando los aprendizajes esperados ni avanzando en el logro del perfil de egreso sobre todo a nivel básico y medio o medio superior. El enorme desafío que enfrentamos ahora es el no-aprendizaje.
Asimismo, debemos cuidar que esta educación en internet y en pantalla no nos deje atapados. La tecnología nos puede ayudar a innovar en el aula, pero el tránsito de un modelo analógico a uno tecnológico debió darse, como es entendible, de manera ordenada, progresiva, pero nos faltó previsión. Es necesario capacitar a los maestros porque serán ellos los encargados de integrar las tecnologías en el ámbito escolar, además de continuar con la actualización de sus saberes disciplinarios, pedagógicos, digitales. Debemos aprender a instruir académicamente en la era digital, pero no debemos olvidar que las tecnologías son medios y no fines, y que un reto adicional es equipar a las escuelas de las herramientas necesarias para su funcionamiento en este contexto. Nos queda claro que el maestro es irreemplazable y su buena labor es fundamental.
El agotamiento que implica el estar más de un año en el ensayo y error, en el encierro y viviendo la problemática que implica esta policririsis, se reflejará sin duda en el aprovechamiento escolar y en el aprendizaje. Una cosa acarrea otra y los conflictos afloran ante los resultados en sus calificaciones. Las conductas de molestia, rebeldía, desánimo y apatía, exasperan a los padres y los confrontan con los hijos, incluso involucran a los profesores. Es necesario evaluar mediante pruebas psicométricas la personalidad y la inteligencia de los menores, conjuntamente con los padres entender la problemática con el diagnóstico y atender psicológicamente al estudiante para que, a través de la terapia y una dinámica familiar funcional, se pueda reestablecer el equilibrio subsanando los padecimientos o inconvenientes que perturben su aprendizaje.
Psic. Sara L. Campos CH. Consultorio Torre Médica Av. Méndez 1110 Segundo piso. Tel 9933141178 Cel 9931498830