La sensibilidad de un contagio
Ningún país tuvo éxito en la receta para enfrentar una pandemia como la del COVID-19. En ausencia de medicamentos y vacunas efectivas, las medidas más importantes para controlar en un inicio la infección son la contención que incluye el distanciamiento social. Independiente de la estrategia implementada, la curva no se aplano en ninguna parte del mundo, el contagio continua de manera exponencial; la humanidad se enfrenta a un nuevo tipo de virus contra el que somos susceptibles.
Es ocioso debatir que todas las medidas de sanidad que se han hecho estén mal o no hayan funcionado. Las medidas no eliminan el virus, ni lo doblega, mucho menos lo hace retroceder, solo produce por un tiempo limitado menos contagios, al retardar alcanzar el punto máximo de brote; sin embargo el virus sigue ahí afuera en cada uno de los objetos que nos rodea. La mayor amenaza que se enfrenta no es el virus mismo, sino la falta de coordinación de los principales líderes mundiales que han tomado decisiones individuales en función de las necesidades que van ocurriendo en el transcurso del tiempo, al día de hoy no parece a ver un acuerdo global de cuáles son las mejores medidas para atenuar la pandemia.
A raíz del primer brote de coronavirus se tardó 3 meses para llegar al millón de infectados (marzo), bastaron tres meses más para alcanzar los 8 millones (15 de junio), pero en tan solo 8 días se declararon un millón de casos en el mundo; en la actualidad las cosas no están mejor que al principio, la infección se ha movido como un incendio forestal, el mundo carece de una vacuna contra un virus donde todos estamos propensos al contagio.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 2.3% de los infectados han sido importados, el 37.7% se presenta por contacto directo con casos confirmados, el 41.3% surge por la circulación comunitaria y el resto aún se encuentra en investigación, en otras palabras, el mayor número de infectados se presenta cuando el virus circula libremente en la sociedad, sin que sea posible identificar cuándo, cómo y a partir de qué las personas están transmitiendo el virus y contagiándose entre sí.
A estas alturas ya no es factible aislar a la persona contagiada y a aquellos con quienes tuvo un contacto estrecho; es imposible identificar a los contactos secundarios. Se pierde la posibilidad de identificar y mantener en cuarentena a quienes aún no tienen un diagnóstico confirmatorio de enfermedad.
No hay alternativa, las estrategias fracasaron globalmente en el intento de controlar la pandemia, seamos humildes, es preciso entrar a esta nueva normalidad cumpliendo con todos los protocolos de sanidad y la sana distancia, en el entendido que esto de ninguna manera podrá evitar el contagio masivo, es decir, si sales es muy seguro que te contagies, pero guardar los protocolos y quedarse en casa, reduce significativamente las probabilidades de infectarse.
Esto se dará en algún momento o descuido al tener contacto con algún objeto o material, por simple error humano, el virus esta tan cerca de uno que no es necesario salir por ella, debido que se amplió la línea de contagio.