Inversión privada y pública por la reactivación económica
México, así como el resto del mundo, enfrentan uno de los retos más desafiantes en materia de política sanitaria y económica de los últimos 100 años. Sin embargo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha reiterado en múltiples ocasiones, que incrementar los impuestos como medida de recaudación de ingresos y reactivación económica, no son opciones para salir del bache económico que va dejando el Covid 19. Se ha mantenido firme en su estrategia de reactivación para remontar la crisis transitoria, a través de los programas sociales, un rígido plan de austeridad y una llamativa política keynesiana, mediante la inversión pública de la mano de la inversión privada.
El presidente López Obrador aseguró que el plan para combatir el entorno económico desfavorable ante la pandemia de coronavirus, no contempla un rescate a las empresas "como se hacía antes", ni condonando impuestos, ni inyectando dinero, sino velando por los intereses de los más necesitados, donde los programas sociales se han convertido en el estandarte del gobierno.
Si bien la inversión pública por si sola no es suficiente para reactivar la economía a como se necesita, la inversión privada juega un papel dispensable en el proyecto que implica “inversión, creación de empleos, y bienestar social”. Hace unos días el gobierno de López Obrador y representantes de la Iniciativa Privada, presentaron un plan de infraestructura.
En tiempos normales, la inversión pública es un mecanismo más para impulsar un ligero crecimiento económico y creación de empleo. Pero, en esta época excepcional de crisis sanitaria y económica, el gasto que hagan los Gobiernos en industrias productivas y con perspectivas de futuro es el elemento fundamental para superar el revés ocasionado por la pandemia del coronavirus. Es decir, la inversión pública puede tener un impacto poderoso en el crecimiento del PIB y en el empleo en periodos de alta incertidumbre.
Para lograr estos resultados no basta con realizar cualquier tipo de inversión. Esta debe ser de “alta calidad” y asegurarse de que los niveles de deuda pública y privada no debiliten la respuesta del sector privado al estímulo impulsado desde el público.