Un sacerdote mundano es un pagano clericalizado dice Papa Francisco durante Misa Crismal

Ante una Basílica de San Pedro llena, el Papa Francisco presidió este Jueves Santo la Misa Crismal, donde hizo un llamado a todos los sacerdotes del mundo, a dejar que el Señor Jesucristo destruya sus “ídolos escondidos”.

Durante su homilía, el Santo Padre, frente a los mil 800 sacerdotes presentes, refirió que existen tres espacios de idolatría escondidos, en los que el maligno utiliza sus ídolos para depotenciar la vocación de los pastores.

En tal sentido, refirió que uno de estos ídolos, es la “cultura de lo efímero, de la apariencia”, y aseveró que “la mundanidad de buscar la propia gloria”, les roba la presencia de Jesús humilde y humillado.

 

El Jerarca Católico invitó a sus hermanos sacerdotes, a dejarse guiar por Jesucristo, y evitar que el maligno se les meta, puesto que dijo, éste agrega un componente de “complacencia” que da rienda suelta a una pasión o cultiva otra y lleva a reemplazar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

“Es algo que se da de hecho. Aunque uno se diga a sí mismo que distingue perfectamente lo que es un ídolo y quién es Dios, en la práctica le vamos quitando espacio a la Trinidad y dándoselo al demonio, en una especie de adoración indirecta: la de quien lo esconde, pero escucha sus discursos y consume sus productos todo el tiempo, de manera tal que al final no queda ni un ratito para Dios. Porque Él es así, va hacia adelante lentamente. En otras ocasiones hemos hablado de demonios educados, aquellos que dice el Señor que son peores que los que ha expulsado. Son educados, suenan el timbre, entran y paso a paso se hacen posesión de la casa. Debemos estar atentos, estos son nuestros ídolos”, añadió.

Finalmente, el Sumo Pontífice recordó a los sacerdotes su misión y que están siempre invitados a ser fieles al Señor Jesucristo, a su Alianza, a dejarse amar y perdonar por Él, además de que les subrayó que el salario más grande, es la amistad con Jesús y que no hay paz más grande que su perdón.

“Ser sacerdotes es, queridos hermanos, una gracia, una gracia muy grande que no es en primer lugar una gracia para nosotros, sino para la gente; y para nuestro pueblo es un gran don el hecho de que el Señor elija, de entre su rebaño, a algunos que se ocupen de sus ovejas de manera exclusiva, siendo padres y pastores.  El Señor mismo es quien paga el salario del sacerdote: Yo les daré con fidelidad su recompensa. Y Él, lo sabemos, es buen pagador, aunque tenga sus particularidades, como la de pagar primero a los últimos, y luego a los primeros, pero es su estilo”, apuntó.

Es de mencionar que de acuerdo a la Oficina de Prensa del Vaticano, en la Misa Crismal, donde el Papa Francisco bendijo los Santos Óleos, estuvieron presentes más de dos mil 500 feligreses.