Pide Papa a participantes del Sínodo, no “imponer sus agendas”

Destacó tres elementos del Evangelio de San Mateo: La voz, el refugio y el niño

 

 

Este miércoles inició en el Vaticano, la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad, con una misa que fue presidida por el Papa Francisco, desde la Plaza de San Pedro, donde estuvieron presentes más de 20 mil feligreses.

Durante la homilía, el Santo Padre, destacó tres elementos del Evangelio de San Mateo: La voz, el refugio y el niño, y con ello, instó a los participantes del Sínodo, para que también sepan escuchar la voz de Dios, abrir el corazón y hacerse pequeños.

“El Sínodo, dada su importancia, en cierto sentido nos pide ser grandes ―de mente, de corazón, de mirada―, porque las cuestiones a tratar son grandes y delicadas, y los escenarios en que se sitúan son amplios, universales. Pero precisamente por eso, no podemos permitirnos apartar la mirada del niño, a quien Jesús sigue colocando en el centro de nuestras reuniones y mesas de trabajo, para recordarnos que la única manera de estar a la altura de la tarea que se nos ha confiado es bajándose, haciéndonos pequeños y acogiéndose recíprocamente, con humildad”, manifestó.

El Sumo Pontífice dijo a los participantes, que en estos días en los que se desarrollará la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad, podrán ser libres en sus expresiones.

 
Todos, aquí, se sentirán libres de expresarse tanto más espontánea y libremente cuanto más perciban a su alrededor la presencia de amigos que los quieren y respetan, los aprecian y desean escuchar lo que tienen que decir. Y para nosotros ésta no es sólo una técnica para facilitar —es verdad que en el Sínodo hay facilitadores, esto ayuda a avanzar”, agregó.

 

Sin embargo, remarcó que el Sínodo no es una “asamblea parlamentaria”, sino un “lugar de escucha en la comunión”, por ello les pidió que cada una de sus aportaciones, no sea para “imponer sus agendas”.

 

“Cuidemos de no convertir nuestras aportaciones en puntos que defender o agendas que imponer, sino ofrezcámoslas como dones para compartir, dispuestos incluso a sacrificar lo que es particular, si ello puede servir para hacer surgir, juntos, algo nuevo según el plan de Dios. De lo contrario, acabaremos encerrándonos en diálogos entre sordos, donde cada uno trata de llevar agua a su molino sin escuchar a los demás y, sobre todo, sin escuchar la voz del Señor”, exhortó. 

Finalmente, el Obispo de Roma convocó a todos los participantes, a retomar “este viaje” en el que el Señor pone en sus manos la historia, los sueños y las esperanzas de un gran pueblo, siempre bajo la guía del Espíritu Santo.

 

“Reemprendamos este camino eclesial con la mirada puesta en el mundo, porque la comunidad cristiana está siempre al servicio de la humanidad, para anunciar a todos la alegría del Evangelio. Hoy es más que nunca necesario, especialmente en esta hora dramática de nuestra historia, mientras los vientos de la guerra y los fuegos de la violencia siguen devastando pueblos y naciones enteras”, apuntó.